El personaje principal de Asunción generó un previsible nivel de incomodidad en la clasista intelectualidad colombiana, causando una animadversión acorde con el zeitgeist pseudopolítico y bobalicón de la época. Básicamente, se exigía que de aparecer en escena, una empleada de servicio debía limitarse a ser la caricatura de una sufridora mujer trabajadora de clase baja.
Sobre este asunto, Ospina se burlaba en una carta que dirigiera a Martha Rodríguez y Jorge Silva, el 2 de agosto de 1977:
«“Asunción” fue atacada por muchos a raíz de los premios de Colcultura. En especial, fue criticada por los mamertos en su órgano Voz. Anarquista, productora de confusión, irresponsable, y demás. […] Se llegó a decir que nosotros habíamos ‘comprado’ el premio. Ni siquiera nos lo han pagado. Se nos acusó de habernos vendido al sistema al recibir el premio. En fin, todo ese canibalismo cultural tan nuestro. Ni me inmuto, ni me emputo».