Capítulo 5: Fin > Videoarte
El cierre de esta exposición se concentrará en la faceta que el propio Ospina asumió en propiedad como más cercana al videoarte. Se subrayará el modo en que asimiló el empleo de dispositivos de captura de imagen para estudiar su alcance narrativo o la mirada que aplicó a fenómenos socioculturales en diferentes ensayos visuales.
Cámaras actrices, viajes de autoconocimiento e investigación social
Eduardo Carvajal
Rodaje Agarrando pueblo
Fotografía
1977
«… cuando Mayolo y yo estábamos haciendo «Agarrando pueblo», usamos la misma [cámara] portapak para grabar en video los ensayos y las improvisaciones con el fin de darle verosimilitud a un falso documental sobre cineastas oportunistas que explotan la pornomiseria […] primero hacíamos los ensayos en video para no malgastar película. Luego, cuando creíamos que estábamos listos para volver al cine, grabábamos simultáneamente en cine y en video para escoger la mejor toma. Todavía no se conocía en Colombia ese gran invento de nuestro amado Jerry Lewis: el video assist que, como su nombre lo indica, era un asistente. El video como esclavo del cine.»
Luis Ospina. 2007.
Para perfeccionar el objetivo de criticar a los cineastas locales expertos en mamar de la miseria endogámica del territorio nacional como modelo creativo, Ospina y Carlos Mayolo convirtieron las distintas cámaras que usaron durante el rodaje de la película en personajes principales.
Así, una Bolex similar a esta sería la empleada para construir la narrativa a color, es decir el documental «El futuro para quién?», filmado por Alfredo García (Mayolo), con cámara de J. Maigret (Eduardo Carvajal) y producción de quien sería el personaje principal del argumental «Pura Sangre», el magnate valluno, Roberto Hurtado.
«Me enamoré de una actriz que tenía una cámara digital y me propuse volverme camarógrafo a la edad de 50 años. Mis primeros escarceos de cámara se limitaron a grabarla a ella en planos fijos, editando en cámara y gradualmente procedí a narrar en planos móviles. Todo lo grababa sin importar cuál sería su destino final. Esta educación sentimental videográfica de cámara (y recámara) me llevó a varios países y a varias locaciones, desde la sórdida Nueva York, pasando por los paraísos artificiales de la India y Tailandia, hasta llegar al embrujo de Venecia. Y hasta allí llegó ese amor. Venecia sin ti. Pero de toda esa educación sentimental quedó un videoarte que titulé «Video(B)art(h)es», como contribución a la convocatoria «Fragmentos de un video amoroso» [realizada por el artista José Alejandro Restrepo en 2003, con base en el libro «Fragmentos de un discurso amoroso», de Roland Barthes]».
Luis Ospina, 2003
Esta obra hace parte del proyecto inédito «El ojo del turista: 12 piezas fáciles», que iniciara Ospina junto con la artista Lina González en 2015, durante un viaje de promoción de «Todo comenzó por el fin» por extremo Oriente. Convirtiendo el turismo en oportunidad de producción, realizaron una serie de piezas en video con la intención de mostrar la transformación de las nociones de viaje, desplazamiento, mirada, vigilancia y reflejo en la sociedad contemporánea.
A partir del tropo del turista proveniente de Oriente que-pareciera-ver-sólo-a-través-del-lente-de-su-cámara, Ospina y González reflexionan sobre los efectos sociológicos derivados de la ubicuidad de cámaras y pantallas en la sociedad actual. A partir de allí tratan asuntos fundamentales para la constitución del sujeto contemporáneo, como la permanente autoproducción de su imagen para circulación global, la permanente disponibilidad de su vida privada ante la auscultación ajena o el exhibicionismo como nueva norma de etiqueta.