Capítulo 3: Teoría y praxis de la reinterpretación histórica

La mayor parte de la obra de Ospina estuvo atravesada por una reflexión sobre el modo en que se configura la mentalidad histórica.
En este capítulo se examinará su rol como historiador que deconstruyó la imagen en movimiento para explotar sus cualidades narrativas, fundamentar la versión que él quisiera dar de los hechos, criticar sin clemencia, criticar con clemencia y elaborar su dictamen sobre el futuro del lodazal de sangre llamado Colombia.

Reinterpretando la historia de Cali: «Adiós a Cali»

«… cuando yo hice «Adiós a Cali» me quería apartar un poco de cierto estilo que yo creo ya había encontrado, que es el del testimonio desde el humor. Entonces me propuse hacer la primera parte sin palabras, sólo hacer una cosa pictórica, con música, y de componer la imagen, de utilizar la lentitud, manejar el tiempo. No tratar de manejar ritmo…»

Luis Ospina, 1991

Deriva 1: Reinterpretando la historia del arte y la movilización social en Colombia

Además de asumir que su metodología evidenciaba claros vínculos con las artes visuales, en «Un tigre de papel» Ospina reforzó esta idea presentando algunos de los miembros más representativos de ese gremio en el país, no tanto para jugar a los préstamos narrativos («ustedes, artistas plásticos, me dan a Pedro Manrique Figueroa, yo ofrezco mi contexto generacional»), como para convertir al campo artístico colombiano mismo en protagonista del relato: desde el comienzo de la producción el director lanza una declaración de principios que habrá de seguir al pie de la letra durante todo el metraje: sin el arte —y sus refriegas internas— habría sido más difícil —y aburrido— ilustrar el contexto sociopolítico de la época donde iba a centrar su mirada.

Deriva 2: Arte y propaganda (el Partido Comunista Colombiano Vs. el arte colombiano)

Como todos los proyectos utópicos de la política moderna, el del Partido Comunista Colombiano tuvo —en la vida real— relaciones funestas con la producción visual de su momento. También aquí, en nombre de la mejora social, se repitieron las mismas lacras que en otros contextos (regulación por decreto del contenido de la obra de arte, persecución a muerte de toda crítica producida al interior del partido, destrucción sistemática de opositores políticos dentro del movimiento).

Para Ospina, esta desgraciada relación entre arte y propaganda merecía un tratamiento riguroso a la vez que humorístico. Por ello decidió mostrar polémicas sobre-el-verdadero-arte que se dieron entre militantes-del-mundo-real para replicarlas en detalle como ataques imaginarios por hechos imaginarios contra un personaje imaginario.

Las diferencias eran indetectables.

Corolario: Experimentos con la posverdad

«Me interesaba cuestionar esta idea que equipara el documental con la verdad. Yo subvierto el cinema verité. El documental es una manipulación de pequeños fragmentos de realidad que hace el realizador para decir cosas. Yo adhiero a la definición de que el documental es la reinterpretación creativa de la realidad. Ahí ya está la visión del realizador. Al final de cuentas, hablamos de la historia y la historia es de quien la escribe.»

Luis Ospina, 2018

Revista Revolución y cultura
Fallo de premiación a Un tigre de papel como mejor documental
30 Festival de cine nuevo latinoamericano
La Habana
2008

Respecto al efecto de «Un tigre de papel» tras su estreno, es necesario indicar que fue objeto de paradójicas distinciones si se tiene en cuenta su propia naturaleza : en 2007 recibió el Premio Nacional de Documental del Ministerio de Cultura en Colombia; mientras que en 2008 obtuvo el Segundo Premio a Mejor Documental Latinoamericano en el Festival de Lima, el Premio TeleSur – EDOC Encuentros del Otro Cine de Ecuador– y el Premio de la Revista Revolución y Cultura al Mejor Documental- Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Sobre esta extraña fortuna crítica, el autor comentaba en 2018, que uno de sus anhelos había sido el de estrenarla en el contexto político de la China actual. Cuando finalmente lo hizo se encontró con que en ese país terminaron creyéndose la narración por completo. A partir de ahí reforzó su idea de que los miembros de la audiencia «entre más de izquierda más se creían la ficción».

Radicalismo y credulidad.